martes, 24 de febrero de 2009

Extranjeros


El domingo en la noche vimos la película “Un franco, 14 pesetas” que pasaron en la tele. Es la historia de dos amigos españoles que deciden emigrar a Suiza en búsqueda de trabajo y progreso para sacar adelante a su familia. La película ayuda al espectador a ponerse rápidamente en los zapatos del inmigrante, a compartir todas esos momentos que se repitieron en la vida de tantos europeos hace más de 50 años -y que hoy se vuelven a repetir-. Desprenderse de su tierra, familia, amigos y llegar a otro país sin conocer el idioma, con otra culturas, nuevas costumbres y con la necesidad de buscar rápidamente el sustento para vivir. Es una historia que me toca personalmente, no solo porque yo también sea una extranjera, sino porque vengo de unos abuelos italianos que protagonizaron la misma película, cuando hace más de 54 años decidieron dejar “la bella Italia”-destruida por la guerra- y cruzar el atlántico en búsqueda de una vida mejor para su familia y sus hijos. Llegaron al sur de América, a la "piccolla Venezia", Venezuela. Para mi se merecen un gran respeto, fruto de la profunda admiración que siento hacia ellos.

Por eso quiero hacer un homenaje especial a todos esos extranjeros que han sido los grandes valientes de la historia, los que siguieron un sueño pensando en un mundo mejor para sus seres queridos, los que aprendieron a renunciar a todo y a luchar día a día por amor a la familia. Vencedores de la pereza, maestros en la pobreza, guerreros de la vida. Luchadores de espíritu, corazones abiertos al mundo, grandes herederos de otras tierras, tradiciones y costumbres.
Extranjeros, siempre extranjeros, es el peaje que se paga porque al salir de la tierra uno se convierte en siempre extranjero. Eso me decía mi nonno, cuando me animaba a quedarme en Venezuela, mientras me repetía con sentido de sobreprotección que “la vida del inmigrante es muy dura”. Hoy en día no se lo niego, pero no me arrepiento, porque es mucho lo que se gana cuando abrimos los límites de nuestras fronteras, cuando incorporamos con amor otras culturas, cuando descubrimos lo que se esconde detrás de la mirada que al principio nos ve con distancia y luego cariñosamente te extiende una mano. Manos que si se unen forman una maravillosa red, de diferentes colores y naciones, pero al final manos amigas y que en el fondo solo pueden ser manos hermanas.


Doy gracias a todos los que han hecho posible mi casa aquí en España. A mis nonnos queridos, que siempre serán un gran ejemplo. Los invito a todos a querer a los extranjeros que tenemos cerca, a echarles una mano, hacerles sentir que verdaderamente ¡están en su casa!.
Un beso muy grande.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida Adriana, me alegra mucho el leer lo que piensas sobre los extranjeros y los emigrantes/inmigrantes. Las corrientes migratorias han ayudado a los pueblos en general a la transformacion en todos los aspectos( económicos, sociales, culturales, etc) En nuestro país, Venezuela han sido muy significativo los aportes de los inmigrantes y en especial aquellas grandes corrientes que llegaron despues de la 2da. guerra mundial : portugueses, españoles, italianos y de otros paises. Por cierto, mi padre era extranjero (de Colombia) Te felicio, magnifico este blog .Un beso muy grande , tu ito Alfonso

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

Gracias Ito por todo tu aporte y por seguir tan de cerca y con tanto cariño el blog. Como ves esto lo vamos construyendo entre todo.Le mando un homenaje especial al Bis-Ito Yépez por haber sido también un gran extranjero.¡Gracias! Un beso gigante.