viernes, 13 de febrero de 2009

¡Buen camino!


Es el saludo de todos los peregrinos que hacen el camino de Santiago de Compostela, -da igual el credo, raza o inclinación política-, desde que pones un pie en el Camino te conviertes en alguien importante para miles de personas que son completamente desconocidas para ti, caras de todas las partes del mundo, de todas las edades… aventureros, místicos, ateos, deportista, religiosos… y de pronto – todos peregrinos de Santiago-. Todos pendientes de todos. Es parte del milagro del Camino. La bondad del peregrino. El deseo de llegar a Santiago para abrazar al Apóstol y recibir la Compostelana.

Le tengo un especial cariño a las tierras gallegas, porque en Santiago de Compostela tuve mi primera casa cuando llegué a España. Fue mi primera escuela “al cruzar el charco”, al salir de la burbuja de Caracas. Tuve la suerte de dar con personas queridas, entrañables y muy hospitalarias. Aprendí a valorar la belleza que se esconde detrás de la lluvia cuando cae sobre las piedras. Y también a querer más el sol despues de haber visto llover -7 meses seguidos-. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia la “terra galega” y hacia el Apóstol que fue -padre y madre- a la vez.

Nadie queda inmune al Camino de Santiago, es mágico lo que ocurre en él. Es imposible volver a casa siendo el mismo. Hay un poder transformador en cada paso, en cada huella, que se sostiene con el bastón del silencio. Todos peregrinos, buscando palabras sueltas en el camino, mensajes de vida y la vida misma.

La naturaleza te envuelve con sus colores y te acompaña con suavidad, las piedras fortalecen tus pasos, el oxigeno te purifica y las mirada de los peregrinos unidas a su saludo amable te animan a continuar, a llegar, a creer que si se puede. Es una hermandad que se construye desde el silencio, con lazos invisibles, no sé cómo ni de qué manera, pero pasa, y rápidamente sientes que no estás solo, se respira un aire diferente, que te impulsa a desear el bien del otro -no sé cómo te llamas ni de dónde vienes pero me importas, quiero que llegues bien y por eso te deseo de corazón que tengas “¡buen camino!”-. Es el mensaje de cada peregrino que me atrevo a descifrar, de las palabras que no se dicen, pero se sienten por dentro. Extraño esa fraternidad.
¡Buen camino mis queridos lectores!

No hay comentarios: