lunes, 30 de marzo de 2009

Mantener la ilusión


Debo decir que el lunes es uno de los días de la semana que se me hace más difícil, paradójicamente ahora por razones diversas. Antes, de mi tiempo de reposo, era porque el fin de semana –que siempre nos parece corto- se había acabado y había que retomar con fuerza e ilusión la semana, manteniendo ese ritmo acelerado que llevaba. Y ahora es porque se acaba igual el fin de semana, Gon vuelve al trabajo y yo me quedo en casa, ingeniándomelas para mantener la ilusión a pesar de que mi campo de acción esté tan reducido. Me da un poco de nostalgia ver salir a mi marido con su agenda llena y el entusiasmo que le inspira la Universidad unido a las ganas de querer llegar a todos sus objetivos. -Lo está haciendo fenomenal y me siento muy orgullosa de él-.

La lucha es contra la propia mente, que a veces se empeña en sabotear nuestro proceso. Hay que mantener la ilusión, buscarla, construir sueños, ser creativos. Pero cuando hemos nacido en la sociedad de “mientras más hagas serás mejor” es difícil cuando no podemos alimentar directamente esa idea, me cuesta mantenerme inmune –porque a veces sin querer me viene el pensamiento de “no estás haciendo nada...” y esta es la parte más importante que pone a prueba nuestro fuerza, el control de saber poner en una balanza, valorar lo positivo, el camino andado, el que falta… y mantener la ilusión. A veces se hace cuesta arriba. Por eso admiro tanto a esos “grandes” que han logrado vencer esa lucha interna y mantenerse con tanto ánimo siendo verdaderos ejemplos de superación. Es una prueba, no me cabe la menor duda. Paciencia, humildad, tolerancia a la frustración, aceptar las limitaciones y no excederme en los tiempos. Es un mix que me cuesta especialmente, sobretodo cuando salgo a dar los paseos que me indican, y ver que después de caminar 3 calles ya estoy cansada, se me hace duro aceptarlo y más cuando veo pasar a los runners y me maravilla verles correr. O cuando en una cena (que es el máximo plan que me dejan hacer porque es algo tranquilo) me podría estar horas hablando, disfrutando de la compañía y la espalda a la 1h y 30 me empieza a decir “ya es tiempo, vamos a casa”. Es duro llegar al equilibrio mente (que está tan activa) y cuerpo (que va muy poco a poco). Esto ayuda a darle valor a las pequeñas cosas que en realidad son grandes logros, pero que al estar dentro de lo cotidiano no lo valoramos como se merecen.

Es una prueba. Y aquí es donde la fe se convierte en mi auténtico “salvavidas”, sino fuera así creo que estaría más pérdida, la lucha contra la mente sería más dura, las cosas no tendrían el mismo sentido y abandonar sería más fácil. En los momentos cuando “la subida se hace muy cuesta arriba” me da fuerza el saber que hay Alguien que está a mi lado, que cree en mi y que solo me pide confianza y mucho amor para seguir. Luego las fuerzas llegan y la inspiración aparece para seguir manteniendo la ilusión en el día a día.

¡Feliz lunes queridos amigos!

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