martes, 2 de junio de 2009

Una buena cuidadora


El domingo se fue mi mamá y me quedé con una mezcla de sensaciones. Por un lado, el sabor dulce que deja el sentir que fue un tiempo magnífico donde hemos aprovechado al milímetro hasta el último segundo –razón que justifica mi desaparición de Milagros (por lo que entono el mea culpa dirigido especialmente a esos lectores fieles a la cita y que se han encontrado con poca novedad últimamente). El otro sabor es un poco amargo, entiendo que consecuencia del anterior y producto del vacío que deja la buena compañía cuando se va.

Teníamos mucho tiempo sin compartir tanto tiempo juntas “madre - hija”, sin las prisas del día a día, el corre-corre del trabajo y todos los añadidos que incluimos en nuestras jornadas habituales que hacen que parezcan de 66 horas en vez de 24. Un privilegio que le debo a mi reposo, maestro de mi paciencia y doctor de mi esperanza. El hecho es que he tenido a la mejor cuidadora, “mano de santo”, vino con el objetivo de dejarme mejor de lo que estaba y lo ha conseguido con matrícula. Estoy mucho mejor, aguanto más tiempo, puedo dar paseos más largos, me siento más fuerte, con más movilidad y sobretodo con mucho ánimo por sentir que la meta está más cerca, ya casi puedo verla y creanme que es una maravilla después de este largo tiempo de reposo. Me atrevo a decir que uno de los tramos difíciles está superado, por lo menos el que se traducía en un dolor inaguantable, ahora las molestias son más llevaderas siempre que cuide los tiempos y no abuse de mi resistencia. Es una maravilla, notar la mejoría. Ahora lo importante es que también se cristalice en los resultados de la resonancia magnética que me tengo que hacer el 30 de junio, donde el Doctor espera ver que haya desparecido el edema óseo y si es así (que espero que así sea y pido oraciones por ello!) podré empezar a retomar poco a poco la vida normal, me tendré que meter de lleno a nadar (más que el propio Phelps..!) y fortalecer todos los músculos para recuperar la fuerza que he perdido, aunque ya estoy trabajando en ello con algunos ejercicios que me han mandado para hacer en casa.

La buena cuidadora también me puso unas inyecciones milagrosas de vitamina que unidas a los buenos ratos de cariño mezclado con los pequeños paseos por la tarde, el café y las galletas club social por la mañana, y las compras inagotables de plantas para llenarme el balcón de flores… hacen que hoy me sienta un poquito triste, pero más feliz que hace un mes y medio.
¡Gracias mamá!, ha sido un buen empujón.

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