domingo, 17 de mayo de 2009

En el mar de las contradicciones


Entre noticia y noticia llevaba varios días con el run- run de este tema en la cabeza. Además del rechazo inicial que me produce casi de forma reactiva no me había tomado unos minutos para reflexionar con profundidad y entender el por qué de tanta molestia. Hoy en la mañana al leer el nuevo post de Enrique Monasterio me ha servido de empujón para pensar y escribir. No conozco personalmente a Don Enrique Monasterio, pero desde que mi marido me recomendó que visitara su blog “Pensar por libre” no he dejado de leerlo. Copio el enlace:

http://pensarporlibre.blogspot.com/2009/05/el-dia-despues.html

Después de la nueva ley del aborto que ha aprobado el gobierno de España, parece ser que lo que antes era un medio para “interrumpir el embarazo, impidiendo que el feto sobreviva” ahora se ha convertido simplemente en un “método anticonceptivo más” al lado de todos los que están a la orden del día. Y así de un “plumazo” se ha quitado cualquier peso moral mayor que después le vaya a generar un mínimo de sentimiento de culpa a cualquiera persona que decida “interrumpir el embarazo no deseado”, perdón debo decir “prevenir el embarazo no deseado”. Lo que es mejor o alucinante es que a este nuevo método anticonceptivo pueden acceder fácilmente los menores de edad una vez que hayan cumplido los 16años, sin autorización de sus padres porque el Gobierno los respalda. Es decir cualquier menor de edad puede abortar cuando quiera y cuantas veces quiera, gracias a que cuenta con el apoyo del Estado. Pero no así para trabajar, comprar alcohol, conducir y votar… entre otras cosas que no pueden hacer los menores. Sorprendentemente ese mismo Estado o Gobierno que tanto confía en la capacidad de decisión que tienen esos menores de edad es al mismo tiempo quien no les deja votar para que ellos también puedan elegir el partido que gobierne su país. No es contradictorio? Para votar si hace falta ser mayor de edad, pero para abortar y comprar la “píldora del día después” con 16 años es suficiente, no hace falta ningún requisito más.

Es realmente preocupante, por no decir alarmante. Es jugar y aprovecharse de las hormonas de la adolescencia, abusar del lenguaje, quitarle autoridad a los padres y romper la comunicación familiar, fomentar el placer por el placer sin necesidad de pensar previamente o recordar la importancia de lo que es valorarse a sí mismo y a la vida, y mejor ni menciono la concepción del acto sexual dentro de un marco de amor, respeto y conciencia de la entrega máxima que esto significa y que por tanto así debería ser considerado, porque esto suena ya a una idea tan romántica que parece haber quedado en desuso cuando veo las cestas llenas de preservativos que se entregan en la calle a cualquier menor de edad como si fueran caramelos. Me parece triste, muy triste. Ahora soy consciente que esto hace que si o si los padres tengan que asumir con más fuerzas y responsabilidad las riendas de la familia, de sentar bases muy solidas que soporten cualquier “terremoto externo” que atente contra los cimientos del hogar, es formación en valores para ayudarlos a identificar el bien del mal, el amor y la entrega del odio y el egoísmo, para que en un futuro esos mismos menores sepan nadar con más astucia en el mar de las contradicciones con espíritu crítico y de la mano de quienes realmente le quieren y quieren solo su bien.

¡Feliz domingo!

2 comentarios:

Rosa dijo...

Animo Adriana! Acabo de topar con tu blog. Te seguiré leyendo. Rosa

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

¡Muchas gracias Rosa y bienvenida!