lunes, 26 de enero de 2009

En lo cotidiano


Hoy -domingo- en nuestro barrio pasó algo muy bonito, que quiero compartir con todos los lectores de este blog.

Fuimos a misa a nuestra parroquia, que comenzó a funcionar hace 7 meses siendo una “pequeña caseta de obra” en medio de un descampado. Tenía dos ventanas y solo había espacio para un máximo de 8 sillas, el resto de las personas tenían que estar de pie: algunos dentro de la caseta y la gran mayoría en la acera de la calle pegados a las ventanas o a las paredes de la caseta para poder oír al Padre. En el momento de la consagración era impresionante ver a todas las personas que se arrodillaban en la acera, mientras otras personas pasaban al mismo tiempo –casi por encima de ellos- con sus bolsas de supermercado y veían con asombro a todas las personas que estaban ahí arrodilladas al lado de una “caseta de obreros”, esas mismas caras se veían en las personas que pasaban con los coches, me imagino que era inevitable no irse con la curiosidad y preguntarse: qué hay detrás de esa caseta que hace que tanta gente se agolpe ahí al lado y les de igual el calor, el frío, etc. Es increíble, ¿no? Y muy bonito a la vez. Me sentí privilegiada por estar ahí, porque todas esas personas, la mayoría gente joven, eran testimonio vivo de fe.

En otoño, ya a mediados de Octubre cuando empezaba el frío fuerte, se consiguió para la Iglesia una segunda caseta más grande (con capacidad para 50 personas aprox.), con luz –porque en la primera habían solo velas y algún foquito- y por supuesto más sillas, además de algunos calentadores.

Hoy –finalmente- se inauguró la caseta más grande, ocho veces más que la anterior y no cabían las personas, había muchísima gente, era impresionante, la gran mayoría se tuvo que quedar de pie. Parecíamos "sardinas en lata". Me imagino la emoción que sentiría el Padre al ver parte de su sueño hecho realidad, todavía falta la construcción de la Iglesia definitiva. Lo especial de esta historia es que hemos sido testigos de todo el proceso de construcción de la Parroquia y como día a día se van uniendo más familias. Es muy bonito sobretodo cuando se dice constantemente que hay “crisis de fe”.

Hoy vimos una muestra muy clara de gente entusiasmada, alegre, viva, que quieren y manifiestan su fe con ilusión, que están buscando respuestas en algo transcendente. Y eso les hace feliz. Felicidad que se trasmite y se contagia. Es un pequeño milagro –en medio de lo cotidiano- que ojala pueda dar muchos frutos.

Doy gracias haber estado ahí y ser testigos de la construcción de nuestra Parroquia, ver en vivo y directo cómo poco a poco se van tocando los corazones de tantas personas y que la respuesta sea tan positiva. Es una maravilla y una bendición de Dios.

¡Feliz semana para todos!

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