martes, 20 de enero de 2009

El 27 de Diciembre de 2008, mi segundo cumpleaños. (Parte II).


-Continuamos con la segunda parte-

4.35pm Salimos del Gran Roque, piloto y copiloto con sus cascos pendientes del vuelo, Vero se había quedado dormida y yo iba con mi rosarito verde (que me regaló el Padre Florencio), rezando para calmar los nervios que sentía en el estómago, era una sensación extraña que no sabría describir. De pronto la avioneta hace un giro de 180º grados, del cual yo no me doy cuenta al momento si no es porque de repente Verónica se despierta sobresaltada, preguntándole a Enrique que qué pasaba (él no podía escucharnos porque iba con los cascos), en ese momento Vero se da cuenta que hay una luz roja encendida en el tablero y ya es consciente de que algo grave estaba pasando, rápidamente me agarró las manos y empezó a rezar “sangre de Cristo protégenos... sagrado corazón de Jesús en vos confío…” todo esto sin parar, como en automático mientras pedía que no nos pasara nada, que nos protegieran, que íbamos a estar bien… Yo sinceramente no daba crédito a lo que estaba pasando, era muy impactante para ser verdad, estaba negada a creerlo y empecé a buscar señales que me permitieran entender lo que estaba pasando. Intenté mirar a Gonzalo (yo estaba sentada de espalda a Enrique y Vero espalda con Gonzalo) y en ese momento él me miró y fue duro ver en sus ojos que sí, que algo muy grave estaba pasando con la avioneta… no lo podía creer o no lo quería creer, era una mezcla pánico, shock y en el fondo la esperanza de que la historia no terminara como podía terminar. Me uní a las oraciones de Vero, apretando muy fuerte mi rosario, pedía que el manto de la Virgen nos envolviera… En ese momento Enrique pone en speaker toda la conversación que están tendiendo con la torre de control, ahí le dice: “no llegamos a la pista, el motor se para, vamos al mar… por favor manden rescate, somos cuatro…”. Sentí pánico y más aún cuando a la voz de Enrique se le unió la voz de la mujer de la Torre de Control que completamente desesperada nos pedía que le diéramos las coordenadas de dónde estábamos para poder mandar el rescate. En la voz de la mujer se desprendía mucha angustia e impotencia por lo que nos iba a pasar. Fue horrible.

Hay escenas que uno piensa que solo se viven en las películas y para mi esta era una de ellas, “¡¿caer en el mar?!” ¿cómo podíamos caer en el mar? –me parecía un sueño, una pesadilla- quería despertarme; pero todo pasa tan rápido y tan lento a la vez. Es muy impactante. Por un momento y en mi negación a la realidad quería pensar que sí íbamos a llegar a la pista. Vero no paró de rezar ni un minuto y en un momento ofreció “nuestro testimonio” a cambio de la vida de todos. Era una película. De pronto oigo la voz de Enrique que le dice a Gonzalo “abre la puerta” y yo siento un sudor frío al ver que seguíamos en el aire y pensar (dentro de mi ignorancia en temas de aviación) que Gonzalo se podía salir por la ventana. Voltee a verlo y fue impresionante con la fuerza con la que abrió la puerta, que se mantuvo entre abierta con el viento. Ya era una realidad, caíamos contra el mar. Enrique nos dijo que nos abrocharamos fuerte los cinturones y que sacáramos los chalecos salvavidas que estaban detrás de los asientos. Y así lo hicimos Vero y yo.

De pronto sentimos el golpe contra el mar, un impacto durísimo, un ruido muy fuerte y una sacudida violenta que yo sentí completamente en mi espalda… abrí los ojos y no podía respirar, oía a Enrique diciéndole a Gonzalo que saliera rápido y Vero ayudándome a moverme, no podía respirar, fueron unos minutos de mucha angustia porque tenía las piernas llenas de agua y necesitaba fuerzas para moverme del avión que se estaba hundiendo –pedí con toda el alma ayuda al de Allá arriba- y empecé a sentir un poco más de fuerza, Vero y Enrique me ayudaron a moverme y Gonzalo que estaba en el ala del avión me agarraba por las manos, ya tenía medio cuerpo fuera cuando de pronto sentí un jalón, era mi pie que se había quedado atascado en el avión… uff… Este momento fue horrible, no podía salir, Gonzalo me jalaba y nada, el avión se estaba llenando de agua y Vero y Enrique detrás de mi… gracias a Dios me pudieron sacar el pie del zapato y salí… enseguida salieron Vero y Enrique, ya estábamos todos en el mar… me parecía mentira que estuviéramos vivos, era un ¡milagro!.

Veía a Gonzalo y era una bendición que estuviera tan bien -solo tenía un chichón en la frente-, reaccionó excelente, el mejor copiloto, sacó todos los equipos que Enrique le había explicado al principio que eran necesarios en caso de amerizaje: balsa, caja con teléfono satelital y caja con gps satelital, estas dos últimas cajas le sirvieron como flotadores porque era el único que no tenía chaleco salvavidas. Yo seguía muy impactada, además estaba muy dolorida con la espalda, me costaba respirar y me había dado un golpe fuerte en la cara; pero en el fondo no paraba de dar gracias porque estábamos ahí , vivos, Diosito nos había dado una segunda oportunidad.

Cuando volví a ver el avión, ya no quedaba casi nada y en pocos segundos se hundió. Enrique hasta el final estuvo como un gran piloto pendiente de sus tripulantes, nos pidió que nos agarráramos fuerte para que la corriente del mar no nos separara. Fue increíble su control, pericia y capacidad para en medio de esa emergencia hacer todo lo que había que hacer para que el amerizaje fuera perfecto. Sirvió de instrumento para que Dios hiciera el milagro a través de él. Siempre le estaremos agradecidos. Gracias a Dios ellos no tuvieron ni un rasguño.

Al momento vimos como una avioneta empezaba a dar vueltas sobre nosotros, como indicando donde estábamos, ya nos habían visto, sentimos la tranquilidad de que pronto vendrían a rescatarnos. Afortunadamente no pensé que existía el peligro de los tiburones que hay en ese mar, Vero sí lo estaba pensando, pero para no preocuparnos no nos dijo nada. De pronto a lo lejos empezamos a ver a los peñeros que venían a rescatarnos, ya la pesadilla estaba terminando. Nos sacaron con sumo cuidado para llevarnos a la costa. Yo no paraba de temblar y uno de los pescaderos me dio rápidamente su camiseta, un bálsamo para mi en ese momento.
La atención de la gente del Gran Roque fue buenísima, nos trataron con mucho cuidado y enseguida un avión comercial se ofreció a llevarnos a Caracas.

En el aeropuerto de la Guiara nos esperaba una ambulancia, que luego nos llevó a los servicios médicos del aeropuerto y por último al Hospital de Clínicas Caracas. Toda la atención fue inmejorable, pasábamos de “angelito en angelito”.

Ha sido una experiencia de vida, de esas que te sacuden por dentro y te hacen replantearte todo. Todo en tono positivo, pero todo. Estuvimos muy cerca de quedarnos en ese mar y el milagro de estar vivos nos hace responsable de ello. Damos gracias a Dios con todo nuestro amor y al mismo tiempo arrojamos la pregunta del ¿para qué?, porque si nos dejaron de este lado es porque todavía hay muchas cosas que hacer, porque nuestra misión sigue aquí viva y latente, y ahora mismo somos responsable de seguir con ella, con mucho entusiasmo e ilusión para dar lo mejor de nosotros a quienes más lo necesitan.

Siempre he pensado que si las experiencias negativas, de dolor o sufrimiento que vivimos sirven para luego ayudar a otros con el testimonio, bendita sea la experiencia, aunque sé que decirlo toma su tiempo. Yo ahora como sigo de reposo he decidido ganar ese tiempo y compartir con ustedes esta historia cubierta de un maravilloso milagro de vida y amor, con la intención última que esto sirva para animar y motivar a vivir con más ganas y entusiasmo cada minuto de nuestra vida, dando lo mejor de nosotros, para que en el momento que nos toque decir “¡adiós!” nos podamos despedir con la conciencia tranquila que hemos dejado una buena cosecha. Hay que ponerse manos a la obra.

Solo me queda decir GRACIAS a mi marido –que amo y es un santo-, a Vero y Enrique por haber sido los mejores compañeros de viaje y hoy de milagros. A mi familia, que los quiero tanto, nos cuidaron con mucho amor en esos días; al Padre José Luis que al día siguiente vino a vernos a la casa y nos trajo la comunión y el aceite del “Niño Jesús” y luego nos hizo la misa de acción de gracias el 31 de diciembre; a Adelaida por sus oraciones; a nuestros amigos de Venezuela y España porque cada uno de ellos son una bendición en nuestra vida; a mis suegros que se preocupan por nosotros y nos cuidan día a día con tanto cariño, soy una afortunada por tener otra familia aquí en España.

GRACIAS a todas esas personas que nos acompañan día a día con sus oraciones, a los que están presentes y a los que no están, a los que conocemos y a los que vamos a conocer, a los que sacan lo mejor de nosotros y se hacen responsables de dar lo mejor.

GRACIAS a Dios, nuestro Padre, fuente de amor eterno que con su misericordia infinita nos regaló de nuevo la vida y en unión a la Virgen María, que nos cubrió con su manto, hicieron realidad este maravilloso milagro.

Qué Dios los bendiga!

6 comentarios:

Carla Fabiola dijo...

Que afortunada soy de ser tu cuñada... y tu fan número uno!!!
Gracias Diosito por dejarmela aqui para poder seguir disfrutando de su presencia, su cariño y su ternura. Gracias por permitirme formar parte de su familia. Gracias porque ella me hace apreciar la vida cada día más, me hace ver la importancia de cada instante, lo sagrado y valioso que es estar en este mundo...
Adri, tus palabras me hacen querer ser cada día una mejor persona. No todos tienen la bendicion de tener tan de cerca a alguien como tu y como Gonza. Mil gracias por quedarse entre nosotros!!!! Los amo muchísimo y demasiado...!!!! (y no puedo dejar de llorar, pues!!)
Que afortunada soy!!!!! Gracias ∞!!!!!!!

Anónimo dijo...

Debo comenzar diciendo que le doy gracias a Dios por este MILAGRO que les permitió seguir en esta vida. Quiero completar un poco la experiencia vivida por ellos, relatando mi experiencia como madre de Adriana, suegra de Gonzalo y amiga de Verónica y Enrique. El día 26 de Diciembre cuando Adriana me dijo: "... mamá mañana vamos para Los Roques con Vero y Enrique ..." sentí un susto en el corazón, la idea no me gustó para nada y por mi cabeza pasaron en minutos varios de esos accidentes aéreos donde personas han perdido sus vidas (casos que he tenido que conocer de una u otra forma por mi trabajo). Ahora pienso que traté de cambiar de alguna forma el destino pero no se puede, ya que dias antes, cuando me asomó la posibilidad del viaje a Los Roques, fui para varias agencias de viaje para tratar de conseguir pasaje para la isla de Margarita y de esta forma se le olvidaría la idea de Los Roques, pero fue imposible, no había posibilidad alguna de conseguir pasaje. Estaba escrito que tenian que pasar por esa experiencia de vida, de la cual gracias a Dios salieron con bien.
En la mañana del 27 de Diciembre cuando Adriana y Gonzalo se fueron lo primero que les dije fue "...cuando lleguen repicame para saber que llegaron bien ..." y los encomende a todos los santos. Gracias a Dios llegaron a Los Roques bien, Adriana muy contenta porque le estaba enseñando a Gonzalo una de las bellezas de nuestro País. En la tarde mientras me encontraba en mi casa con dos amigas Teo y Miky, recibo una llamada por mi celular, el número no lo conocía, al contestar era Gonzalo, lo primero que le pregunto es que si ya estaban en el aeropuerto de Charallave,de regreso y me contesta: "... no, estamos bien, pero tuvimos un problemita en la avioneta de Enrique y nos vamos a Maiquetia en una linea comercial, te avisamos cuando lleguemos al aeropuerto ...". Una vez terminada la llamada empezaron a surgir las dudas, hay algo que no me gusta, algo que no me cuadra,y me preguntaba ¿porqué no me llamó Adriana? ¿porqué no llamaron por su telefono? ¿que linea comercial los va a traer? que habrá pasado con la avioneta? Mis amigas trataban de dar respuesta a mis interrogantes pero yo no hacia sino pensar en esa llamada hasta que llegó la segunda llamada, y es cuando Gonzalo me dice que estaban en los servicios médicos del aeropuerto examinandolos porque la avioneta tuvo un problema y tuvieron que amarizar, pero que estan todos bien, el y Adriana con algunos golpes y nada más, la verdad que no podía creer lo que estaba oyendo, si realmente no les pasó nada, esto es un MILAGRO, me repetia. Teo me acompañó hasta Clinicas Caracas donde fueron trasladados, con el primero que me encontré fué con Gonzalo, estaba bien, solo tenia un golpe en la frente y luego Enrique y Verónica que gracias a Dios no tenian ningún tipo de golpe, pero faltaba Adriana y al decirme que estaba en Observación, el corazón se me aceleró, al entrar y abrazarla me paran en seco y me dicen que tengo que salir, enseguida les digo: "soy la mamá y soy médico" pero recibo una respuesta que es una verdad tan grande como un templo, "...con más razón, si usted es médico debe comprender que estamos examinando ..." por supuesto, entendi y tuve que salir, pero ya la había visto, y mientras esperaba afuera para volver a entrar y verla bien con detenimiento, creo que repasé toda la anatomía de la cabeza, ya que el golpe de ella fue en la cara, y pensé en todas las fracturas habidas y por haber, pero gracias a Dios simplemente fueron grandes hematomas que poco a poco han ido desapareciendo.
Quiero dar las gracias a todas aquellas personas que de una u otra forma han estado muy pendientes de Adriana y Gonzalo, demostrandole su amistad y dandole ánimo para seguir adelante. A Enrique que con su gran experiencia como piloto, supo en un momento tan dificil como ese, tomar decisiones y dar las instrucciones apropiadas para un amarizaje exitoso.
Nuevamente gracias mi Dios por permitir tenerlos con nosotros y poder transitar, en esta vida, el camino que has escogido para ellos.

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

Mami eres una valiente y muy grande por compartir todo esto, gracias por tus palabras, por tu confianza y por estar ahí incondicionalmente. Soy una privilegiada por tenerte como mamá.

Mi cuñi, eres muy linda y nosotros somos los afortunados por tenerlos tan cerca. Gracias!!!

Las quiero mucho!

Benedetto dijo...

º Adriana :


Mis saludos, y mis respetos. Es una gran experiencia la que vivieron; es inimaginable que esos segundos; esos eternos segundos lleguen; se materialìcen.

Sucediò, y mira que divina la perfecciòn de Dios, que salieron ilesos de semejante experiencia.

Loas para el capitàn ( Vuestro capitàn) que se portò a la altura del tamaño de la circunstancia.

Muchas son las vidas que se han "apagado" en ese mismo mar. Tu relato me dibuja la escena en la medida "màs pròxima"; y si; hace que uno sienta en rèplica, esos escalofrìos que solo producen, la conexiòn de la vida ante la amenaza de la muerte.

¡ Disfruta la vida inmensamente !


Gracias por postear tu experiencia.

Desde Caracas, Beny.

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

Muchas gracias Beny, por esas palabras de ánimo y entusiasmo, realmente fue un gran milagro, impresionante, y no me canso de dar gracias a Dios por ello.

Poder abrazar la vida es una bendición, el mejor regalo.

Bienvenido al blog.
Un saludo y buen día.

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

¡Gracias Tutu! Qué palabras tan bonitas me dices. Yo también le doy muchas gracias a Dios por tener ammigas tan especiales como tú cerca. Te quiero mucho.

Y adelante con tu blog, te animo 100% x 100%!!! Ya verás como es una forma muy gratificante de sembrar y cosechar frutos maravillosos.

Miles de besos y gracias!

p.d. mándame la dirección del blog tan pronto lo tengas. Bsss