viernes, 28 de agosto de 2009

¡Qué descubrimiento!


“Arepitas con nata, carne mechada, caraotas negras y tajada de plátano frito con queso rallado. Dos polar bien frías y un papelón con limón… y de postre un quesillo para compartir”.


No podía pedir más aunque ganas no me faltaban si no fuera porque mi estomago es pequeño me hubiera pedido toda la carta del restaurante para revivir de un solo golpe todos esos sabores maravillosos y tan típicos de la cocina venezolana.

¡Al fin un sitio en Madrid donde poder saborear con ganas la comida de mi tierra! Excelente descubrimiento, que le debo en gran parte a mi marido, quien hizo el search exhaustivo en un acto de amor después de haberme escuchado durante un largo trayecto de la carretera hablar solo de la comida de Venezuela y las ganas que tenía de probar un poco de allá aquí en Madrid. Era evidente que estaba “engüayabada” - expresión muy típica venezolana que hace referencia a un estado de ánimo nostálgico, de añoranza. Es equivalente a la “morriña” de los gallegos en España.

Finalmente encontramos el sitio donde pude alimentar mis deseos gastronómicos, el restaurante se llama el Güero ( http://www.elguero.es/) Es un local no muy grande, modesto y algo escondido. Una vez que llegas Alicia y su marido -los dueños- te hacen sentir como en casa, son muy amables, serviciales y dan recomendaciones buenas y muy acertadas. La comida es completamente casera, con un sabor exquisito, fresco, cálido y sencillo, de esos que alegran el paladar. Se me saltaban las lágrimas de la emoción y nunca me había pasado eso, quedé atrapada por esos auténticos sabores de mi tierra -¡muy rico!- y comprendí la fuerza que puede llegar a tener los "platos típicos" cuando estos se saborean desde la distancia en otro país, como son capaces de tele-transportarnos, de arroparnos, llenarnos de sentimientos y hacer sentir lo lejos cerca.

También fue muy bonito ver a mi marido disfrutar con ese entusiasmo de la cena y degustar con tanta alegría cada uno de los platos que probamos sientiéndose el más venezolano. Es el poder del amor, no me cabe duda de ello, que une, cuida, cura, acerca y más. Le doy gracias a Dios.

Un abrazo muy fuerte.
P.d. repetiremos en el Güero seguro!

4 comentarios:

Miri dijo...

Me encantaría descubrir los encantos de una auténtica comida venezolana con una venezolana de pura cepa, como tú. Te mando un beso grande, después de unas vacaciones de órdago en Argentina (ya te contaré), durante las que no pude consultar tu blog.

Anónimo dijo...

Doña Adriana: Buenas tardes. Aprendo dos cosas. La menor que usted es venezolana, como Yvón Reyes. No le importe, peores cosas se han visto y la mayor que ya ha acabado sus vacaciones, que por cierto... ya era hora. Me va usted a permitir que disienta de todas esa maravillas gastronómicas de las que usted nos habla, como creo que comprenderá algo que se llama: “Arepitas con nata, carne mechada, caraotas negras y tajada de plátano frito con queso rallado. Dos polar bien frías y un papelón con limón… y de postre un quesillo para compartir”, no puede ser, ni prácticamente comestible. Lo siento por usted y por su marido, al que por otra parte envidio por otyras muchas razones que no vienen al caso. Un saludo respetuoso.
Desde Blancmont sur Mer, Fanfán la Tullipe

Adriana Yépez De Dominicis dijo...

¡Qué bueno Miri! Me alegro mucho por tus vacaciones, qué bien... Y cuando quieras te introduzco en el mundo de la comida venezolana, que ya verás como te gusta.



Don Fanfán, debo decirle que ya echaba de menos sus comentarios tan particulares. Comprendo que los nombres de la comida venezolana no son muy marketinianos y menos para una persona francesa como usted; sin embargo le invito a que no se quede solo con el nombre y que se atreve a buscar una oportunidad para descubrir usted mismo los sabores auténticos que se esconden detrás de los platos venezolanos. Le aseguro que no se arrepentirá.
Un saludo!

Fanfán La Tullipe dijo...

Hombre, doña Adriana, si la verdad es que yo como de todo y esté segura, que hasta comería de éso si falta hiciera, que espero que no la haga. Y ahora permítame que me retire para darla mi opinión sobre su último post.
Quedo a sus pies, como siempre, desde Montblanc sur Mer, Fanfán La Tullipe