domingo, 25 de octubre de 2009

Sincronicidad


Es el término elegido por Carl Gustav Jung para hacer referencia a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal».

Hace un mes, más o menos, E. García-Máiquez publicaba un post en su blog titulado “El hijo que no tengo” donde publicaba este poema suyo:

EL HIJO QUE NO TENGO
El hijo que no tengo entra en mi cuarto
saltando entre montones de libros por el suelo
y me pide: "Papá, juega conmigo";
y yo no sé qué hacer porque es difícil
negarle nada a un niño que no existe.
Lo malo es que a su madre le enfada que me ensucie
la ropa de ternura
—que luego hay que lavarla.
Pero a escondidas, él y yo,
con ceras de colores, dibujamos
una ciudad perfecta
o hacemos un volcán con arena de playa,
un volcán de verdad, con fuego y todo.
Y viene a ser lo mismo que otro padre
jugando con su hijo: una emoción muy honda
y un fondo de tristeza
A ese otro hombre
le duele recordar que con el tiempo
su hijo acabará marchándose;
a mí saber que nunca
- veré marchar al mío.

Un poema precioso, emocionante, sentido y con ese punto de nostalgia de fondo que despierta tanto en los otros. Lo impresionante de esta historia es que 10 días más tardes E G-M nos sorprendía al publicar el siguiente post tiulado “Gracias, gracias, gracias”.

La noticia bombo la doy en el periódico y si yo tuviera que decidir su importancia iría, pudores aparte, en primera plana y no en la esquina de una columna de opinión. No andaría muy equivocado porque ¿qué noticia hay en el mundo más novedosa y más trascendental?
Aquí, en Rayos y truenos, os debo otra explicación. Hace nada publicaba un poema que no pensaba sacar, como sabéis. Era sobre el hijo que no tengo y que ahora resulta que voy a tener o, mejor dicho, que ya tengo, o aún mejor dicho, que ya tenía cuando lo publiqué. Pero sin la más remota idea. Y justo esa noche lo supimos. O sea, que al milagro inmenso de los deditos milimétricos se une el mini-milagro de la salvación de ese poema por la campana, en los minutos de descuento. No sé si visto desde el otro lado de la pantalla os parecerá muy emocionante. De mí os cuento que he cambiado mis cuatro cafés diarios por un tratamiento a base de tilas.
Os debo la explicación porque me consta que algunas (todas las que me constan son chicas), algunas, al leer aquel poema, se pusieron a rezar por nosotros, por los tres. Gracias, gracias, gracias. Hace unos días le susurré la noticia a una amiga de mi madre en la fila de comulgar y se pasó todo el camino dando hipidos de alegría y limpiándose los ojos con la mano. A la salida de misa, más calmada, me decía que nuestro niño para ella sería su sobrino. Pues eso, seguid acordándoos, por favor, ellas y vosotros, los que queráis.

Alucinante, ¿no? ¡Un milagro! y qué milagro tan grande. No hay nada que se le compare. Me alegré mucho con la noticia. Qué forma tan magistral de cerrar el círculo. ¡Enhorabuena Enrique!

Le estaba dando vueltas a las historia y justamente me llegó un mail de Miri (aquí entra la sincronicidad) con los mismos post de E G-M (el hijo que no tuve y la noticia bombo http://egmaiquez.blogspot.com/ ) para que los publicara en el blog como material inédito y magnifico testimonio de Milagros. ¡Gracias!

No hay comentarios: